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Fotografia Equip Empresa Danna - Font: Via Empresa

El bioplástico creado en Catalunya que quiere cambiar el mundo

La empresa catalana Dan*na ha creado un bioplástico único y que ha patentado en todo el mundo

Artículo extraído de Viaempresa.cat y creado por Bernat Bella – Barcelona. 10 de junio de 2024.

Regenerar cartílagos o huesos, recubrir entonces por la agricultura y que liberen nutrientes de manera controlada, polímeros que permitan la administración controlada de medicamentos o envases biodegradables. Son algunos de los usos del PLH, una copoliéster creado en Catalunya por la empresa Dan*na y que aspira a liderar una revolución mundial y cambiar el mundo de los bioplásticos y biomateriales.

Un producto con el cual han conseguido una patente mundial y que nace de la ambición de crear nuevos materiales en un mundo en que el plástico es imprescindible por sus usos, pero en el cual hay que garantizar su sostenibilidad. Mucho más flexible que materiales similares, biodegradable en la tierra o en el agua entre 2 y 48 meses según conveniencia, biocompatible con el cuerpo humano o capaz de liberar nutrientes o fármacos de manera controlada.

Parece ciencia-ficción, pero son las propiedades de este biomaterial creado a partir del sueño de un emprendedor y que puede revolucionar sectores cómo la medicina, la agricultura, la electrónica o la cosmética. Todo ello elaborado con tecnología molecular, química verde e inteligencia artificial para ser una alternativa real, sostenible y económica al plástico.

El inicio de un sueño

Después de una trayectoria de años como informático, Xavier Marín tuvo una revelación y decidió hacer un cambio de rumbo profesional: «El 2017 me sale la inquietud de crear un proyecto con un impacto real y tangible y que aportara valor a la sociedad». La respuesta fue crear un nuevo material propio alternativo al plástico, creando una nueva estructura molecular desde cero con el objetivo de buscar la sostenibilidad y «huir del petróleo».

«No sabía si tendría viabilidad económica», explica Marín. El proyecto tenía una viabilidad económica de seis meses para poder investigar a fondo un nuevo material: «Empezamos absolutamente de cero. El reto era cómo sobrevivir para desarrollar la tecnología». Y lo consiguieron a través de ganar proyectos públicos de investigación de ámbito nacional, europeo e internacional, con los cuales han obtenido más de dos millones de euros. «No tuvimos créditos ni inversores, no queríamos tener responsabilidades con terceros», enfatiza Xavier.

Cuatro años de investigación

Esta financiación les permitió destinar cuatro años a la investigación, combinado también con el asesoramiento a otras empresas. Durante este tiempo ganaron proyectos europeos y españoles de ámbitos cómo el bioplástico marino, la biomedicina o de sostenibilidad. La propuesta tenía recorrido.

Eureka!

Hasta que crearon el nuevo material, el copoliéster PLH. El 2022 registraron una patente europea y, al año siguiente, mundial. El resumen que hace Xavier Marín es elocuente: «A diferencia de otros bioplásticos, no viene por bacterias, está basado en química verde y de fuentes renovables cómo el ácido lácteo y residuos de origen natural. Supera todos los bioplásticos del mercado: es 400 veces más flexible que el PLA. Es biodegradable en tierra y en agua. Y podemos controlar que no sea biodegradable, por ejemplo para la robótica y automoción».

Xavier Marín: «Es una revolución dentro de los materiales a escala mundial»

Además es biocompatible con el cuerpo humano y se está validando médicamente por la regeneración de huesos y cartílagos. «También se puede usar por implantes que, pasados 18 meses, el cuerpo acaba absorbiendo. Te ahorras una operación», añade Marín, que sentencia: «El material es una bomba por el sector de la salud».

Xavier Marín es contundente: «Es un plástico inteligente y de origen renovable. Es una revolución dentro de los materiales a escala mundial».

La gran revolución

En el mundo se generan alrededor de 400 millones de toneladas de plástico al año y alrededor de un 1% son bioplásticos. Pero, si ya existen, ¿cuál es la revolución del material de Dan*na? Antes que nada, explica Marín, es la fabricación. En su caso, crean la materia primera a través de la química. En cambio, la gran mayoría se consigue a través de procesos biológicos: «Son muy caros y prácticamente inviables a escala industrial». Así, el precio ya es mucho menor que la competencia.

Y el hecho de surgir de un proceso químico, garantiza la estabilidad del producto: será igual el material que fabrican hoy que el de aquí a tres años. Una condición imprescindible por la industria y que no se cumple con el resto de bioplásticos. Además, los bioplásticos actuales son mezclas de otros materiales: «No hay bioplásticos patentados sobre su formulación, porque son mezclas. Por eso es una revolución».

La alternativa al plástico

Pero, es una alternativa real al plástico? «Podemos competir con el plástico convencional», asegura. Para empezar, el plástico está muy castigado con tasas y penalizaciones que elevan el precio: «El nuestro es un proceso químico y no estamos tan lejos económicamente». Por otro lado, Marín afirma que las características mecánicas de resistencia y flexibilidad son «similares o mejores «que el plástico polipropileno y polietileno». «Ningún otro bioplástico lo puede conseguir», afirma.

Además, también reivindica la parte más conceptual: «Si te tienes que regenerar el hueso, prefieres un plástico de origen natural o uno que viene del petróleo?». Ahora, ya están escalando el producto a nivel industrial y fabricarán 300 toneladas en Alemania para asegurar la viabilidad. Aun así, son conscientes que en ámbitos cómo el plástico desechable no pueden entrar. También han sido reconocidos en Japón, donde tienen la intención de impulsar una planta productiva.

Qué usos tendrá?

Dan*na está trabajando con grandes corporaciones internacionales que están interesadas en su bioplástico. Los sectores donde están entrando son la cosmética y la agricultura; mientras que el de la salud es a largo plazo por las regulaciones que se tienen que superar. En agricultura, se puede usar para sustituir todo el plástico que hay en los campos cómo los invernaderos o las etiquetas. Si se quiere, se podría establecer que se degradara al cabo de unos meses y sirviera para abonar la tierra. También se puede utilizar para trampas por insectos. O como envoltorio de semillas, para que vayan liberando nutrientes. Además, también es biodegradable en el agua, donde puede aguantar durante meses para hacer su función.

En cosmética, tanto puede servir para un embalaje sostenible cómo para añadir en el producto porque libere los principios activos de manera controlada. Pero también por usos diarios, cómo las pastillas de lavaplatos o toallitas. En resumen, el bioplástico permite una doble función: cómo un plástico convencional y como polímero para liberar bioactivos.

Marín: «Se ha satanizado mucho el plástico»

«El plástico no puede desaparecer«, advierte Xavier Marín, a pesar de que profundiza que «otra cosa es el origen y que no venga del petróleo». «En el mundo que vamos, cada vez más electrónico, no puedes poner metales porque son extremadamente caros en emisiones y económicamente. El plástico es la solución, pero de fuentes renovables». Aquí es donde aparece la revolución de Dan*na: «Es el único bioplástico viable por el uso de la electrónica flexible».

Todo ello ha sido posible gracias a un equipo integrado desde el primer momento por doctores en química orgánica, electrónica y bioingeniería. El negocio lo plantean ahora a través de las licencias, además de la producción: «No solo queremos producir. Nuestro modelo es que grandes corporaciones nos compren la licencia y transferimos la tecnología». «Es una revolución», anticipa.


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